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miércoles, 12 de enero de 2011

LE LLAMAN DIABLO...

 “…Soy el reflejo y soy espejo. Eco y rebote, 
me rompo si callo, estallo si hablo
grito porque estoy solo, porque todos me escuchan..."

                      Diablo
 
 
Así es como se presenta, como llega este que intenta abrirse en canal, que nos muestra su visión del erotismo, para que podamos devorar su obra como Saturno, beber su sangre en las imágenes, baile de sentidos, olores, sonidos, sabores, todos y cada uno de ellos evocadores de ese momento tan mágico como endiabladamente humano, donde la piel, las ganas, la pasión y creación hacen una mezcla exquisita al paladar de un mortal.
 

El refleja y reproduce en su mente. Transforma una realidad cambiante para vernos en este espejo que es su exposición.
 

Los pecadores hemos sido convocados a su infierno que arde y explota en instantáneas. Los virtuosos no serán rechazados, su mirada inquisitiva será bienaventurada porque ellos también conocerán algún día el reino del placer.
 

Grita con sus fotos, habla con un lenguaje simbólico, donde los ojos escuchan sus alaridos y nuestros oídos perciben las letanías de otros paraísos por descubrir, utilizando sus representaciones como brújula guiando nuestras pulsiones por ilusiones visuales que nos adormecen nuestra moralidad hipócrita despertando nuestros placeres inconfesables.
 

La imagen y la palabra, hacen que Diablo entre en nuestro interior, arranca la pasividad para encender al intelecto, no hay seducción más estudiada que aquella que te lleva al mismo fuego sin rozarte la piel.
 

Diablo es su nombre, ancestral como sus pretensiones, eterno ángel de belleza, veneno para los piadosos. Con adulaciones visuales teje su tiránica misión, apartarnos de la esclavitud de dogmas establecidos.
 

Rogar que no os incite y provoque, que su objetivo no se fije en vuestro pudoroso y virginal corazón, comiencen sus maléficas lisonjas haceros pecar una y otra vez, sometiendo vuestra voluntad a la libertad de los deleites del cuerpo.

 

 
                                                                                                                                carmeloti